Queridísimo padre;
Tú que miras con omnipresencia el vasto océano de tu creación;
Tú que posas la mirada en los rincones inaccesibles para nosotros los fieles;
Tú que das vida, coraje, valor, fuerza y amor.
Eres al que acudo en mis momentos de goce y preocupación y solo tú me puedes acompañar
en el largo camino de la vida.
Hoy, ante ti, con fe, esperanza e ilusión en tus acciones,
acudo para pedirte que me ayudes a reencontrarme con mi mascota;
aquella que has colocado en mi camino
y me ha otorgado inmensos días de dicha y amor.
El infortunio lo ha extraviado y tú, que todo lo puedes abarcar,
eres el único que puede mediar para recuperarlo.
En tus santas manos yo coloco este designio.
Amén.
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